Son las cinco de la
mañana y ella por fin llega a casa. Va con los zapatos en las manos el
pintalabios gastado y el alma por los suelos.
Hoy su única amiga ha
sido la botella de Bacardí. Esta noche
ha probado muchas bocas pero, si se para a pensarlo, ninguna sabía cómo le
habría gustado. Y es que se ha dado cuenta de que no se lo va a sacar de la
cabeza. No para de recordar las cálidas risas de verano, las miradas bajo las
estrellas y sus tentadores labios gritándola que les besara.
Pero no son horas de
ponerse sentimental; así que apaga el último cigarrillo cierra los ojos y piensa en ÉL, en que pronto le verá, en que
probará su boca y ese será por fin el sabor que andaba buscando.
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